miércoles, 9 de febrero de 2011

UPSS!!

Queridos amigos,
Díganme por favor si ahora es un relato :)
Adriana Gamba
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UPSS!!!


Mi hermana Cluny y yo hemos cargado buena parte de nuestra vida con el estigma de ser "conspirativas". Afortunadamente no pensamos así la una de la otra, por el contrario, nos apoyamos en la búsqueda de perspectivas reveladoras que nos lleven a la verdad, libres de toda atadura a lo políticamente correcto.


Recuerdo que de niña -en realidad el recuerdo es de Cluny, pero lo creo-, cuando emitían por televisión la llegada del hombre a la luna, Nieves, la señora que nos cuidaba, dijo con rabia: - "eso es mentira, se creen que soy idiota, es imposible llegar a la luna!!".

Claro que Nieves con su escepticismo paranoide no creía en nada, ni siquiera en las gracias. 


Años después, ese recuerdo encubierto (recuperado gracias a mi hermana!), encontró asidero en teorías bien documentadas que demostraban que el heroico alunizaje había sido filmado dentro de un estudio de televisión. Era razonable, había que ganarle a los rusos en el menor tiempo posible, porque otra hubiera sido la historia si ellos llegaban primero al mítico "queso".



En el 11S mi mente ya estaba mas entrenada y no tuve necesidad de confirmar puntos de vista con nadie, ni con Nieves, ni con Cluny, ni leyendo a los grandes analistas de turno. Estaba claro que se trataba de un autoatentado del que con suerte recién mis nietos podrían lograr obtener alguna evidencia.

Hoy Wikileaks renueva mis esperanzas de poner otras verdades sobre la mesa y de que de una buena vez comencemos a llamar a las cosas por su nombre: que al realista se le diga ingenuo, al pragmático, conformista, y que por fin al conspirativo se lo reivindique como realista. En todo caso, si se escribe de nuevo la historia, habrá que actualizar también el diccionario.



Pero no quiero apartarme del punto al que aún ni siquiera he llegado. Vamos a un país del primerísimo mundo, que está luchando a capa y espada contra la recesión europea, y que incluso parece que podría lograrlo. Sí, me refiero a Alemania.

El tema es que hace unos días me llama Cluny con una emoción extraña en su voz y me dice:

- ¿Sabés qué?... los niños alemanes se están quedando dormidos!!!

Después de sacudirme con la frase de impacto, ella, con su sapiencia médica, continuó explicándome:

- En Cientific Alerts, ya sabés que son muy serios, advierten que el consumo frecuente de un arroz marca Capsi provocaba en los niños "accesos irresistibles de sueño". El término técnico es narcolepsia. No importa lo que los chicos estén haciendo o dónde se encuentren, caen súbitamente como moscas.

No podía pararla ni preguntarle nada y sabía que ella seguiría ilustrándome:

- Aún no se sabe por qué el consumo de arroz no afecta a los adultos, pero el tema ya está en manos de la OMS, que ha prohibido la comercialización del producto, al menos con fines alimenticios.
No tengo que explicarte el impacto que implica algo así en la vida y economía de un país: los niños, alegría de nuestro presente y futuro de nuestra sociedad, completamente dormidos!!
! ... Hasta suena genial! Ni tele, ni videojuegos, ni comics, ni alcohol, ni drogas. No, nada de eso, sólo algo tan simple y económico como hacerlos dormir con un plato de arroz. 
¿Y qué pasa mientras ellos duermen?!

La pregunta me tomó de sorpresa, traté de pensar algo perspicaz, pero afortanudamente ella se adelantó con la respuesta:

- Que hay otros tantos que no lo hacen y toman ventaja, que hay menos gasto de energía, que se necesita menos seguridad en las calles, y fundamentalmente, que circulan menos ideas por la net, por sólo mencionar las cuestiones mas evidentes.



Hice un esfuerzo por imaginar otras "cuestiones menos evidentes", pero no se me ocurría nada -nada de nada-, así que seguí callada, sin que se notara en lo absoluto.

- La pregunta siguiente es:¿y por qué pasa esto en Alemania?!!

Esta vez no me sobresalté, sabía que Cluny me lo diría:

- Tengo varias respuestas: primero, porque hay que quitarle fuerza a la Merkel; segundo, porque la Merkel necesita silencio para trabajar; tercero, porque sencillamente alguien cometió un error logístico.

Todavía no podía terminar de procesar lo de "error logístico" -sonaba a juego de guerra-, cuando Cluny ya me remataba con su conclusión:

- Me quedo con la última opción. Fijate que si situamos en el mapa a los países que reciben desde hace décadas el arroz Capsi -Armenia, Azerbaiyán, Bangladesh, Bolivia, Burkina Faso, Cuba, Corea del Norte, El Salvador, Etiopía, Ghana, Namibia, Filipinas, Tayikistán, Togo, Ruanda, Kenia, Mongolia y Senegal-, se vuelve evidente que Alemania no pertenece al conjunto.



Es cierto, es muy atípico -pensé, porque por supuesto, no llegué a decirlo-. También pensé si ella se acordaría de memoria todos esos países, mientras Cluny disparaba:

- Claro!, hasta ahora a nadie le había llamado la atención que los niños del subdesarrollo vivieran como zombies, porque esto, como todo el mundo sabe, forma parte de su desafortunada naturaleza. Pero cuando esto sucede en Alemania, suena la alarma al instante, incluso antes de que el mundo esté preparado para construir una respuesta adecuada.

Pensalo -me dijo- y me dejó sola de mi lado de la línea, tratando de recordar qué arroz tenía en la alacena de casa.

Siempre me gustó la forma en que mi hermana dice lo que piensa y piensa lo que dice, pero me preguntaba si algo de esto podría ser cierto.

Días después, Cluny me hizo llegar el link de un reportaje que la BBC hacía a Jason Monroe, el magnate suizo de los alimentos. Sin decir agua va, el periodista le preguntó si sabía que el arroz Capsi había llegado a las góndolas alemanas?

Con la cara desencajada y buscando con el alma el botón eyector, Monroe sólo atinó a responder: Upss!!!


Adriana Gamba
Barcelona, 2 de febrero de 2011

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